lunes, 24 de septiembre de 2012

Biografía de Democrito

Biografía

Fue un filósofo griego presocrático y matemático que vivió entre los siglos V-IV a. C. (n. Abdera, Tracia ca. 460 a. C. - m. ca. 370 a. C.) discípulo de Leucipo. Se le llama también "el filósofo que se ríe". Conocido por el sobrenombre de Milesio o Abderita. Nace en la ciudad de Abdera (Traci), ciudad capital de una polis griega situada en la actual costa norte de Grecia Demócrito de Abdera vivió entre los años 460 al 370 a. C., y fue conocido en su época por su carácter extravagante. Se le adjudican numerosas leyendas. Realizó muchos viajes por Egipto, Persia y Mesopotamia, donde habría aprendido de magos persas y sacerdotes egipcios y caldeos. Siendo ampliamente ignorado en Atenas durante su vida, la obra de Demócrito fue bastante conocida sin embargo por Aristóteles, que la comentó extensamente. La razón de que no adquiriera fama fue que él mismo "no se cuidó de ser conocido; y aunque él conoció a Sócrates, Sócrates no lo conoció a él." Asimismo asistió a oír a los pitagóricos.

Obras 


Entre sus obras más importantes se cita su "Gran Diacosmos". Se convirtió en iniciador de lo que hoy conocemos como teoría atómica.
También Demócrito fue quien aseveró que “un cuerpo que se mueve continuaba su movimiento hasta que algo interviniera para alterarlo”. Este concepto fue el que dio origen a lo enseñado por Isaac Newton.

Doctrina

Entre los pensadores que influyeron en las doctrinas de Demócrito, cabe destacar a los geómetras egipcios y Anaxágoras, cuyas homeomerias son consideradas como el antecedente más inmediato de la Teoría de los átomos Para Demócrito, la percepción, la razón por la cual piensa por ejemplo que tiene una pluma en la mano, es un proceso puramente físico y mecanicista; que el pensamiento y la sensación son atributos de la materia reunida en un modo suficientemente fino y complejo, y no de ningún espíritu infundido por los dioses de la materia. Según Demócrito, la aspiración natural de todo individuo no es tanto el placer como la tranquilidad de espíritu (eutimia); el placer debe elegirse y el dolor, evitarse, pero en la correcta discriminación de los placeres radica la verdadera felicidad.


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